El origen de las pensiones es la tontina
Este sistema debe su nombre a su creador, el banquero italiano Lorenzo de Tonti, quien lo creó en el siglo XVII.
Surge la idea
La necesidad de fondos para la financiación de obras públicas luego de la guerra de los 30 años, conflicto que se dio entre católicos y protestantes, que terminó con la supremacía de los Hasburgo e inició el dominio de la casa Borbón, permite que, en 1653, Lorenzo de Tonti le propusiera al cardenal Mazarino quien había estudiado derecho canónico en la Universidad de Alcalá y fue el sucesor como primer ministro del cardenal Richelieu, un mecanismo para recaudar fondos que tenía por objetivo la recuperación económica tras la guerra.
Mecanismo de la tontina
Un grupo de personas aportaban una suma de dinero destinada a la inversión con una fecha de vencimiento que, al cumplirse, los inversionistas que habían sobrevivido recibían los dividendos. Al fallecer uno de los socios, su aporte se repartía entre los supervivientes. Esto pasaba de forma sucesiva hasta que quedara una sola persona viva, que se quedaba con todo el capital. Si todos los inversionistas perecían antes del vencimiento el Estado recogía los fondos y los empleaba generalmente para obras públicas.
Algunas características
Sus integrantes debían ser de la misma edad, esto para garantizar que funcionara de forma justa. El mecanismo parecía bueno, pero todo empezó a cambiar cuando las sumas de dinero que se manejaban empezaron a aumentar rápidamente lo que llevó a muchos de los miembros de tontinas al asesinato. existía el incentivo de que, al eliminar partícipes de una tontina, el resto de los suscriptores percibía mayor cantidad de dinero. Así, además de llenar las columnas de sucesos de importantes diarios, las tontinas también abonaron la imaginación de destacados novelistas y cineastas que utilizaron este móvil para sus argumentos. Fue aprovechado por algunos, pues con la consigna de “entre más se vive, más se cobra”, se procedió a consultar a médicos buscando las familias con historial de longevidad para elegir a los miembros de la tontina. Este tipo de abusos llevó a la prohibición de las tontinas.
Para destacar
– El sistema ayudó a la aparición de las primeras bases de datos sobre mortalidad, pues era primordial tener registrados los fallecimientos.
– Sirvió para la creación de mecanismos para que el Estado lograra financiamiento, y gracias a él, se desarrollaron guerras y se construyeron obras, no solo públicas. Uno de los ejemplos en el plano privado se dio en 1794, con la construcción de la Tontine Coffee House. Este fue el lugar de reunión de agentes de seguros, corredores de bolsa, minoristas, negociantes y políticos y antecesora de la actual Bolsa de Nueva York.
En términos generales, tenemos una tontina cuando varias personas aportan una suma de dinero que se invierte. Al cabo de un tiempo, al llegar a su fecha de vencimiento, los inversores que hayan sobrevivido reciben los dividendos. Cada vez que uno muere, su aportación se reparte entre los demás que le sobrevivan y así sucesivamente hasta quedar solo uno vivo, quien se queda con todo el capital. En el modelo original, el dinero que no fuera empleado, por diversas causas (porque ninguno de los participantes quedara vivo, el legítimo dueño no quisiera disponer de él, etc.), se destinaría en última instancia al Estado, que lo emplearía para obras públicas.
Hoy en día la tontina ha quedado prácticamente olvidada, pero entre los siglos XVII y el XX fue, junto a sus derivados, uno de los productos de financiación más habituales para gobiernos y particulares. La idea nació cuando en 1653 Lorenzo de Tonti le propuso al cardenal Mazarino un particular sistema para obtener fondos y así recuperarse tras la guerra de los 30 años. El estado debía proporcionar un capital inicial para la constitución de una mutua (de la que quedaban reservados dirección y usufructo) y luego repartir el dinero entre los supervivientes.
La tontina comenzó a caer en desuso y fue prohibida en muchos países, aunque en Francia sigue en activo y regulada. El problema, como se puede entender fácilmente, es que genera unos incentivos bastante fuertes para el asesinato. Esta fórmula de financiación se desarrollaría posteriormente en el país galo y también en Países Bajos, en Alemania, en España o en EEUU. Las tontinas se llegaron a convertir en un modo de pensión o seguro de vida, como los que hoy suscriben personas previsoras que piensan en su jubilación y el bienestar de sus familias.
Echar una ojeada al pasado puede inspirarnos para encontrar fórmulas de futuro. Un buen ejemplo de ello son las llamadas “tontinas”, un instrumento financiero nacido en el siglo XVII en el que muchos ven la semilla de los actuales planes de pensiones y cuya esencia podría servir para rediseñar este tipo de productos.
Los especuladores acudieron y se sucedieron las estratagemas para conseguir el máximo beneficio posible: desde nombrar a un rey para asegurar que su vida estuviera bien.
Aunque no era su idea original, pronto también se desarrolló un mercado secundario sorprendentemente líquido. Tener una participación que incrementaba su valor en el tiempo era muy atractivo para los inversores, que pronto desarrollaron también derivados y formas de cobertura como la inversión en varias participaciones de una misma tontina a la vez para reducir el riesgo de la muerte de los partícipes.
Las tontinas financiaron todo tipo de iniciativas privadas y públicas, desde calles hasta hoteles. En origen ayudaron sobre todo a las guerras, por lo que se pueden considerar antecesoras de los bonos perpetuos y los war bonds.
La Tontine Coffe House en Nueva York fue lanzada en 1790 y suscrita por completo en 1792.Esta tontina tenía características peculiares, como que el vencimiento estaba referenciado a la propia vida de los partícipes, algo ya poco habitual, y que los intereses dependerían de los ingresos que generara el propio edificio. Las participaciones podrían venderse, pero se disolvería en cuanto solo quedaran siete nominados en la emisión.
Como curiosidad, aunque no citada explícitamente, la base del sistema (y del incentivo al delito) se puede entender en el episodio 22 de la séptima temporada de Los Simpsons, en el que el Sr. Burns trata de matar al abuelo quien junto a otros miembros de su unidad en la II Guerra Mundial, habían firmado un pacto según el cual el último superviviente se quedaría con una colección de arte que habían encontrado en un castillo alemán. Una forma de tontina simple pero que retrata a la perfección el peligro de este esquema.
– Sirvió para la creación de mecanismos para que el Estado lograra financiamiento, y gracias a él, se desarrollaron guerras y se construyeron obras, no solo públicas. Uno de los ejemplos en el plano privado se dio en 1794, con la construcción de la Tontine Coffee House. Este fue el lugar de reunión de agentes de seguros, corredores de bolsa, minoristas, negociantes y políticos y antecesora de la actual Bolsa de Nueva York.
En términos generales, tenemos una tontina cuando varias personas aportan una suma de dinero que se invierte. Al cabo de un tiempo, al llegar a su fecha de vencimiento, los inversores que hayan sobrevivido reciben los dividendos. Cada vez que uno muere, su aportación se reparte entre los demás que le sobrevivan y así sucesivamente hasta quedar solo uno vivo, quien se queda con todo el capital. En el modelo original, el dinero que no fuera empleado, por diversas causas (porque ninguno de los participantes quedara vivo, el legítimo dueño no quisiera disponer de él, etc.), se destinaría en última instancia al Estado, que lo emplearía para obras públicas.
Hoy en día la tontina ha quedado prácticamente olvidada, pero entre los siglos XVII y el XX fue, junto a sus derivados, uno de los productos de financiación más habituales para gobiernos y particulares. La idea nació cuando en 1653 Lorenzo de Tonti le propuso al cardenal Mazarino un particular sistema para obtener fondos y así recuperarse tras la guerra de los 30 años. El estado debía proporcionar un capital inicial para la constitución de una mutua (de la que quedaban reservados dirección y usufructo) y luego repartir el dinero entre los supervivientes.
La tontina comenzó a caer en desuso y fue prohibida en muchos países, aunque en Francia sigue en activo y regulada. El problema, como se puede entender fácilmente, es que genera unos incentivos bastante fuertes para el asesinato. Esta fórmula de financiación se desarrollaría posteriormente en el país galo y también en Países Bajos, en Alemania, en España o en EEUU. Las tontinas se llegaron a convertir en un modo de pensión o seguro de vida, como los que hoy suscriben personas previsoras que piensan en su jubilación y el bienestar de sus familias.
Echar una ojeada al pasado puede inspirarnos para encontrar fórmulas de futuro. Un buen ejemplo de ello son las llamadas “tontinas”, un instrumento financiero nacido en el siglo XVII en el que muchos ven la semilla de los actuales planes de pensiones y cuya esencia podría servir para rediseñar este tipo de productos.
Los especuladores acudieron y se sucedieron las estratagemas para conseguir el máximo beneficio posible: desde nombrar a un rey para asegurar que su vida estuviera bien.
Aunque no era su idea original, pronto también se desarrolló un mercado secundario sorprendentemente líquido. Tener una participación que incrementaba su valor en el tiempo era muy atractivo para los inversores, que pronto desarrollaron también derivados y formas de cobertura como la inversión en varias participaciones de una misma tontina a la vez para reducir el riesgo de la muerte de los partícipes.
Las tontinas financiaron todo tipo de iniciativas privadas y públicas, desde calles hasta hoteles. En origen ayudaron sobre todo a las guerras, por lo que se pueden considerar antecesoras de los bonos perpetuos y los war bonds.
La Tontine Coffe House en Nueva York fue lanzada en 1790 y suscrita por completo en 1792.Esta tontina tenía características peculiares, como que el vencimiento estaba referenciado a la propia vida de los partícipes, algo ya poco habitual, y que los intereses dependerían de los ingresos que generara el propio edificio. Las participaciones podrían venderse, pero se disolvería en cuanto solo quedaran siete nominados en la emisión.
Como curiosidad, aunque no citada explícitamente, la base del sistema (y del incentivo al delito) se puede entender en el episodio 22 de la séptima temporada de Los Simpsons, en el que el Sr. Burns trata de matar al abuelo quien junto a otros miembros de su unidad en la II Guerra Mundial, habían firmado un pacto según el cual el último superviviente se quedaría con una colección de arte que habían encontrado en un castillo alemán. Una forma de tontina simple pero que retrata a la perfección el peligro de este esquema.
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